Luego de 31 horas y 28 minutos, el último secretariado de las antiguas FARC reconoció ante la JEP los miles de secuestros violentos que cometieron contra el pueblo colombiano. Una audiencia de reconocimiento que puso frente a frente a las víctimas que sobrevivieron, con sus victimarios, llena de dolor, rabia, tristeza, pero también resiliencia y paz.
“Siendo las 8:51 minutos de la mañana, del 21 de junio del 2022, se instala esta audiencia pública de reconocimiento de verdad y responsabilidad” por la toma de rehenes y otras privaciones graves de la libertad cometidas por las FARC–EP, antes del proceso de Paz.
Así arrancó la magistrada, Julieta Lemaitre, la audiencia de reconocimiento de los 21396 casos de secuestros que investiga desde el 2018 la Justicia Especial para la Paz –JEP–, que cometieron los miembros de una de las guerrillas más antiguas de América Latina, empezando por sus máximos líderes.
Exactamente siete imputados, el último Secretariado de la extinta guerrilla: Rodrigo Londoño Echeverry, Pablo Catatumbo Victoria, Pastor Lisandro Alape Lascarro, Milton de Jesús Toncel, Jaime Alberto Parra, Julián Gallo Cubillos y Rodrigo Granda Escobar.
Cara a cara, una mesa frente a la otra, estaban los siete miembros de las ex-FARC, el silencio y las víctimas. Estas últimas irían rotando a lo largo de la jornada, todas diferentes cada uno de los tres días.
Una resiliente y dolorosa pasarela de sobrevivientes y familiares de secuestrados, quienes confrontaron a sus secuestradores, hablaron sobre su lucha por la verdad, y contaron sus historias acerca de la búsqueda de los cuerpos que han tenido que hacer para encontrar los restos de sus familiares y poder sepultarlos.
Historias que dejaron percibir la macabra manera de actuar de las FARC durante la guerra, recordando varios de los momentos más tristes de la historia de Colombia, especialmente entre los años 1993 y 2012. Fechas donde se recrudeció el conflicto.
En un momento de la audiencia el ex-Secretariado reconoció que muchos de los secuestrados murieron en cautiverio y pese a eso seguían cobrando recompensas por sus vidas.
Las antiguas FARC no solo secuestraban a combatientes, sino que a través de los años convirtieron en objetivo militar a miles de civiles que pertenecían de cierta manera a una institución pública, y quienes redujeron a una categoría general para sustentar su secuestro y mantener su estatus de guerrilla: agentes del Estado.
Personas a las que despojaron de su dignidad y que convirtieron en elementos que servían para prolongar la guerra, que sufrieron distintos “vejámenes, insultos, empujones, golpes, gritos, amenazas constantes, amarres que incluían cadenas y encierros entre tablones y en algunos casos entre alambres de púas. Además de casos de tratos crueles e inhumanos de torturas, violencia sexual y desplazamientos forzados”, como lo determinó la Sala de Reconocimiento de la JEP, a la cabeza de la magistrada Lemaitre.
En principio los secuestros les servían a las FARC para financiar la guerra, luego para para forzar intercambios por guerrilleros presos -algo que nunca sirvió y que extendió los cautiverios- y finalmente para mantener el control social y territorial. Crímenes largos, crueles y repudiados por la sociedad colombiana en el decadente y extenso conflicto armado.
En medio de la noche y de la selva y cuando no había esperanza de volver a ver a sus familias, muchos de los secuestrados escuchaban el programa radial del periodista Herbin Hoyos: Voces del Secuestro.
“Una luz en la oscuridad para tantas víctimas en este caso y el único y tenue canal de comunicación con sus seres queridos”, señaló la magistrada Lemaitre, homenajeando al periodista, quien murió por complicaciones con el Covid 19, en enero del 2021.
Hoyos, pese a su oposición al acuerdo de Paz, presentó un primer informe a la JEP, de un consolidado que tenía planeado. Herbin Hoyos también estuvo secuestrado. Un minuto de silencio en honor a su memoria, y el ex-Secretariado también se levantó. Ellos, que eran los que decidían quienes serían secuestrados.
Para aceptar la culpa en nombre del grupo, tomó el micrófono Rodrigo Londoño. En medio de sus compañeros, recordó dos momentos importantes en esta historia. Cuando entró a la guerrilla a la edad de 17 años y también el libro de memorias que le regaló Yolanda Rincón, la esposa del exgobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria.
Ella, quien nunca volvió a ver a su marido después del 17 de abril de 2002, cuando fue secuestrado a escasos 4 kilómetros de Medellín liderando la ‘Marcha por la no violencia’ que buscaba, irónicamente, un diálogo con las FARC, llegó a su memoria.
Porque este “diario me mostró la ceguera política que tuvimos en el desarrollo del conflicto y la insensibilidad humana de este hecho tan cruel”, dijo Londoño.
Lo dice porque recuerda que el 5 de mayo del 2003, un año y unos días después del secuestro de Gaviria, las FARC escucharon unos helicópteros acercarse para rescatarlo a él y a otros ocho secuestrados que tenían. Pero antes de que eso pasará, asesinaron a todos: a Guillermo Gaviria Correa; a su consejero de paz, Gilberto Echeverri Mejía, y ocho militares.
“Yo acepto mi responsabilidad como integrante del último Secretariado de las FARC”, también se sumó Pablo Catatumbo. Y así, irían aceptando su responsabilidad cada uno de ellos.
“Y soy consciente de que los hechos y conductas por las que hoy estoy acá constituyen una grave violación al Derecho Internacional Humanitario, el cual estábamos obligados moral y éticamente a respetar”, agrega Catatumbo, mientras que las víctimas frente ellos, y en general el auditorio, los miran sin quitarles los ojos de encima.
Luego habla Julián Gallo, y termina diciendo que quiere transmitir la disposición de las ex-FARC de “caminar por el camino del perdón, la paz y la reconciliación, con el anhelo de que algún día en el corazón de las víctimas pueda anidar el perdón”.
Pero es difícil pensar en el perdón cuando se estuvo secuestrado desde el 5 de agosto del 2000, hasta el 26 de octubre del 2008, como Óscar Tulio Lizcano. El primer político secuestrado por la guerrilla y la primera víctima en tomar la palabra.
“Pero yo perdoné y muchos hemos perdonado. Perdoné porque considero que seguir con odios, o nosotros seguir con odios, es estar secuestrados mentalmente”. Dijo. Pero no todos opinan así.
Como, Orlando Beltrán Cuellar, quien les dice en la cara a los ex-FARC, que son un grupo de “genocidas al igual que fue Hitler” y que las FARC no eran otra cosa sino una “empresa criminal que le causó un enorme dolor a la sociedad y al país”. Él fue secuestrado en Gigante, Huila, desde el 20 de febrero del 2002 hasta el 27 de febrero del 2008.
Sin embargo, Cuellar, reconoce que el Estado no fue capaz de vencer militarmente a las FARC y que es necesario pasar la página del dolor, porque “es mejor la Paz que una guerra prolongada”. Y es que la degradación humana a la que llegó el secuestro, y que sufrieron sus víctimas, no pudo ser más baja.
Así nos lo hizo saber Cesar Lasso, un policía que lleva 20 años en la Fuerza Pública, y que duró 13 de ellos en cautiverio. En medio de sus palabras, Lasso sacó una pesada cadena de acero que tenía oculta entre las piernas y se las puso como un collar. Al otro lado de la mesa, Milton de Jesús Toncel llevó su mano contra su cara y escuchó atentamente: “En muchas ocasiones pensaba que era mejor morir o descansar”.
Para Lasso, quien fue encadenado todos esos años junto a varios policías y soldados como un ciempiés humano, se trataba de “las cadenas de la humillación”. Y recordó que el ‘Monojojoy’, uno de los líderes más viejos de las FARC -dado de baja por las Fuerzas Militares en la Operación Sodoma 2010-, les dijo en 2002 que esas cadenas iban a ser sus compañeras por un largo tiempo porque no había posibilidad de hablar con el gobierno de turno. Y se cumplió.
A Lasso lo secuestraron el 1 de noviembre de 1998 y lo liberaron en 2 de abril del 2012 al iniciar el proceso de Paz. Un acuerdo que le parece injusto “pero necesario para trasegar por el camino de la reconciliación y la construcción del país”.
Testimonios como el de Lasso se pudieron escuchar durante los tres días en la audiencia del caso 01 de la JEP. El primero de 7 macro casos que abarcan la manera cruel como funcionaron las FARC, los territorios donde se agudizó el conflicto armado, la participación estatal criminal, el reclutamiento forzado de niños y niñas y la victimización de miembros de la Unión Patriótica.
En estos tres días también hubo momentos de gran cinismo del ex-Secretariado, como cuando Miltón de Jesús Toncel, el mismo que se llevó la mano a la frente cuando habló Lasso, le dijo a Ingrid Betancourt: que algunos secuestrados podían fritar carne y que parecía que no estaban secuestrados, como ella. Una completa mentira.
Lo que vendrá ahora es que la Sala de Reconocimiento de la JEP tendrá 90 días para pasar la información de la audiencia al Tribunal de Paz, el cual será el encargado de imponer las sentencias y las penas a los miembros del ex-Secretariado, que se espera se conozcan antes de que termine el 2022.
A continuación, vea los tres días de imputaciones, que quedaron alojados en el canal de youtube de la JEP.